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Construyendo salud. Promoción del desarrollo personal y social: guía del profesor. (Primer año)

El consumo de drogas y la conducta antisocial son dos de los principales problemas de salud que afectan a la población adolescente y que mayor interés han despertado debido a los elevados costes humanos, económicos y sociales que representan para la sociedad.

Hoy se dispone de una amplia evidencia científica que pone de relieve las consecuencias asociadas al consumo de drogas. Pese a ello los estudios epidemiológicos nos indican que, durante la adolescencia, un número significativo de sujetos se inicia en el uso de drogas, y en demasiados casos, este inicio es el primer paso hacia una implicación más seria en el consumo. En los últimos años también se está produciendo un notable incremento en las conductas antisociales de los jóvenes. Agresiones verbales y físicas dentro del contexto escolar (compañeros/as y profesores) o en la familia (padres, madres y hermanos), actos de vandalismo contra objetos públicos y robos a pequeña escala se están convirtiendo en patrones normativos para algunos adolescentes y en los medios de comunicación cada vez son más frecuentes noticias relacionadas con este tipo de actos. Tanto la conducta antisocial como el consumo de drogas son, por definición, actividades que suponen un enfrentamiento con las normas y leyes sociales y que despiertan algún tipo de reacción social dirigida a su control. En este sentido, estas conductas pueden incluirse en el amplio grupo de actividades que reciben la denominación de problemas de conducta en la adolescencia.

Desde una perspectiva histórica, el análisis de cada una de estas dos conductas se ha considerando aisladamente y los esfuerzos en el tratamiento y la prevención se han desarrollado independientemente. Sin embargo, los datos empíricos sugieren la existencia de una estrecha relación entre el consumo de dro-gas y el comportamiento antisocial. Se ha encontrado que diferentes consumos se asocian con otras conductas problemáticas como la actividad sexual prematura, el absentismo escolar o la delincuencia. Esta relación es quizás uno de los hechos que más claramente se deriva de la investigación en las últimas décadas. Las relaciones entre estas conductas llegan a ser bastante importantes y aparecen tanto en chi-cas como en chicos. Más aún, estos comportamientos se encuentran relacionadas con el mismo tipo de variables personales y ambientales, lo cual nos indica que esas "conductas problema" parecen estar causadas por los mismos factores subyacentes. Así, estos comportamientos probablemente deban ser vistos como la manifestación de un mismo fenómeno, más que como fenómenos independientes o idiosincráticos.

Por esta razón, frecuentemente se ha sugerido que se deberían desarrollar programas de prevención centrados en los determinantes subyacentes a estas conductas.

En la actualidad existe un amplio consenso sobre la conveniencia de disponer de estrategias de prevención eficaces. Las limitaciones y los costes asociados a los programas de tratamiento de la drogadicción y de rehabilitación de delincuentes han generado un profundo interés por el diseño de modelos preventivos, que permitan controlar estas conductas en sus inicios, antes de que adquieran severidad y cronicidad en la vida del individuo.