Este año se cumple un cuarto de siglo desde que se notificaron los primeros casos de SIDA. En este tiempo, el SIDA ha cambiado de forma significativa nuestro mundo: se ha cobrado la vida de más de 25 millones de personas y, en algunos países, incluso ha hecho retroceder el desarrollo humano en general. En la actualidad hay cerca de 40 millones de hombres y mujeres que viven con el VIH.
Lo que al principio eran unos pocos casos notificados de una enfermedad misteriosa, ahora es una pandemia que representa una de las mayores amenazas para el progreso mundial en el siglo XXI especialmente en los países pobres.
Tras una reacción inicial que lamentablemente fue tardía y lenta, la respuesta mundial fue cobrando impulso y, a lo largo de estos años se han realizado considerables progresos con la esperanza de contener y hacer retroceder de forma eficaz la pandemia. En la actualidad tenemos la voluntad, los medios y los conocimientos necesarios para hacer progresos reales, pero todavía queda mucho por hacer.
En estos momentos, son cada vez más numerosos los países de todos los continentes en los que la epidemia de SIDA está retrocediendo. Esto es la prueba más evidente de que el SIDA es un problema que tiene solución. Por consiguiente, hoy tenemos los cimientos sobre los cuales el mundo puede construir una respuesta que se ajuste al desafío de contener y hacer cambiar la evolución de la pandemia.
La única meta aceptable para el mundo es detener y, en última instancia, vencer el SIDA. Sólo entonces alcanzaremos nuestro objetivo y triunfaremos en nuestro esfuerzo por construir un mundo humano, saludable y equitativo. En el siglo XXI, todos vivimos con el SIDA y todos debemos formar parte de la respuesta frente a esta enfermedad.