La información disponible sobre la inducción del parto (IP) en mujeres mayores de 40 años es limitada. No obstante, aunque la evidencia es escasa, sugiere que podría considerarse la IP en la semana 39 de gestación como medida preventiva frente a la muerte fetal prenatal e intraparto.
La guía de práctica clínica (GPC), publicada en 2023 por The Society of Obstetricians and Gynaecologists of Canada (SOGC) sobre la maduración cervical y la IP(1), incluye entre sus recomendaciones la posibilidad de ofrecer la IP a las 39 semanas en casos de edad materna avanzada (EMA, ≥ 40 años)*. Esta indicación se fundamenta en el mayor riesgo asociado a esta edad de complicaciones como desprendimiento de placenta, placenta previa, presentación fetal anómala, restricción del crecimiento intrauterino, parto prematuro o postérmino, y hemorragia posparto. Incluso tras ajustar por comorbilidades, la EMA se vincula con un incremento del riesgo de muerte fetal prenatal e intraparto. Esta recomendación se apoya en una revisión sistemática (RS)(2) y un estudio de cohorte poblacional de Dinamarca(3).
En la RS sobre EMA y resultados adversos del embarazo(2), los autores definieron EMA ≥ 35 años. El metaanálisis incluyó 63 estudios de cohorte y 12 estudios de casos-control, y encontró que la EMA se asocia con un mayor riesgo de muerte fetal intrauterina (Odds Ratio [OR]: 1,75; Intervalo de confianza [IC] del 95 %: 1,62 a 1,89), con un riesgo atribuible poblacional del 4,7 %. También se observaron tendencias similares en muerte neonatal y diabetes gestacional. La relación entre la EMA y la muerte fetal intrauterina no se asoció con la morbilidad materna. Los autores concluyeron que el riesgo de muerte fetal intrauterina aumenta con la edad materna y plantearon que la disfunción placentaria podría ser un mecanismo subyacente señalando la necesidad de estudios prospectivos para confirmar esta hipótesis.
El estudio de cohorte poblacional danés(3), incluyó todos los nacimientos entre 1998 y 2015 (N = 1.122.964). Utilizando como grupo de referencia a mujeres menores de 30 años, se analizaron tres grupos etarios: 30–34, 35–39 y ≥40 años. El resultado principal fue la cesárea. En general, se encontró una asociación positiva entre la EMA y la cesárea. En comparación con la categoría de referencia, las mujeres nulíparas de 35 a 39 años presentaron el doble de riesgo de cesárea (OR: 2,18; IC del 95 %: 2,11-2,26), mientras que en las mujeres de 40 años o más, el riesgo fue más del triple (OR: 3,64; IC del 95 % 3,41-3,90). En las mujeres multíparas de 35 a 39 años, el riesgo fue más moderado (OR de 1,56; IC del 95 % 1,53-1,60), y en las de 40 años o más, el OR fue de 2,02; IC del 95 %: 1,92-2,09. Concluyeron los autores que la cesárea aumentó con la edad materna. El ajuste por factores de riesgo maternos y obstétricos tuvo escasa influencia en la asociación. La asociación fue más fuerte en mujeres nulíparas que en mujeres multíparas.
Por otro lado, una RS con metaanálisis, sobre el impacto de la IP a término en mujeres con EMA(4), incluyó ocho estudios, (81.151 embarazos: 26.631 en el grupo de IP y 54.520 en el grupo de conducta expectante). Seis fueron ensayos clínicos aleatorizados y los otros dos fueron estudios de cohorte observacionales retrospectivos. La IP no se asoció con un aumento estadísticamente significativo del riesgo de cesárea (OR: 0,97; IC del 95 %: 0,86-1,1), parto vaginal asistido (OR: 1,12; IC del 95 %: 0,96-1,32) ni hemorragia posparto (OR: 1,11; IC del 95 %: 0,88-1,41). Los autores concluyeron que la IP a término en mujeres con EMA no incrementa significativamente estos riesgos, lo que aporta mayor seguridad a los obstetras que consideren esta intervención.
De los sumarios de evidencia revisados, únicamente Dynamed(5) menciona la indicación de IP en EMA, haciendo referencia a las recomendaciones de la SOGC(1).
En el contexto nacional, no se ha encontrado literatura específica sobre este tema.
*Ver grado de recomendación en texto original.


