Se entiende por "radiación" cualquier tipo de energía que, en forma de ondas, se propaga a través del espacio. Si la radiación transporta energía suficiente como para provocar el fenómeno de la ionización en el medio que atraviesa, se la denomina "radiación ionizante"
Tanto las radiaciones ionizantes como los materiales radiactivos, han estado siempre en nuestro entorno, pero no ha sido hasta finales del siglo XIX, cuando el ser humano ha dispuesto de instrumentos para poner en evidencia su presencia.
A las radiaciones ionizantes, bien sean procedentes de los rayos cósmicos, de los materiales radiactivos presenten en la corteza terrestre, en el aire, en los alimentos, etc.., e incluso en la composición del propio organismo (K40, C14), se las conoce como "fondo radiactivo natural".
Pero además de estar expuesto a la radiación natural, el ser humano también lo está a otras fuentes artificiales de radiación. Entre ellas destacan las utilizadas en la industria, la agricultura y la investigación, aunque, por encima de todas con gran diferencia, se encuentran las aplicaciones médicas.
Los Rayos X, los radioisótopos etc. han supuesto enormes beneficios para la humanidad, aunque también han generado determinados riesgos para las personas. De restringir todos estos riesgos se encarga la Radioprotección.
Si se compara la radiación anual debida al fondo natural, que se estima en unos 3,5 miliSievert (mSv), con las de las aplicaciones médicas en los países desarrollados, estas igualan y superan ya esa cantidad. Las dosis de radiación utilizadas en Medicina son muy variadas, así una radiografía de tórax emite alrededor de 0,02 mSv, mientras que una TC de tórax proporciona al paciente una dosis de 8 mSv, que equivale aproximadamente a 2 años de exposición a la radiación natural.
Dentro de las RI utilizadas con fines médicos, la Tomografía Computarizada (TAC o Scanner) es la de mayor impacto en cuanto a dosis de radiación se refiere. Este riesgo se hace especialmente patente en el caso de tejidos radiosensibles (pediatría, mamas, gónadas, tiroides, etc.). De hecho, aunque la TC representa solamente entre el 8 y el 10% de las exploraciones que se realizan en un Servicio de Radiología, sin embargo, la dosis que provoca, supone aproximadamente el 50 % del total dosimétrico del Servicio. El rápido desarrollo de nuevas tecnologías de TC multicorte mas rápidos y precisos, han incrementado espectacularmente su uso y las dosis que proporcionan, siendo prioritario controlar su impacto en los pacientes.
Fuente: CSN, ICRP, UNSCEAR
Es el fundamento de este nuevo proyecto. Tiene como objetivos prevenir la incidencia de efectos "deterministas"-aquellos producidos a partir de una dosis umbral y cuya gravedad depende de la dosis (eritema en la piel o cataratas en los ojos)- y efectos "no deterministas o estocásticos" -que no se producen con seguridad, aunque su probabilidad aumenta en función de la dosis (no existe umbral), y donde cualquier radiación es potencialmente nociva (defectos genéticos o desarrollo de tumores).
Con el propósito de disminuir el riesgo de las radiaciones ionizantes en el ámbito de las actuaciones médicas y con la convicción de que la protección radiológica es un asunto de todos y que debería abarcar un ámbito más amplio y no solo la exclusiva dosimetría del paciente, las acciones de este proyecto se van a orientar hacia 4 grupos de interés diferentes:
Para orientar a los profesionales hacia el uso racional de la radiología, con el fin de garantizar la protección radiológica de los pacientes:
Aunque pueda resultar paradójico, uno de los ámbitos profesionales en donde se ha venido perdiendo sensibilidad hacia los asuntos de la protección radiológica de los pacientes, ha sido precisamente entre los propios médicos radiólogos. La obtención de imágenes diagnósticas, cada vez más sorprendentes y con mayor utilidad diagnóstica, han hecho que el concepto de optimización haya pasado a un segundo plano, cuando no a un olvido total.
El término médico-legal de optimización, nos recuerda que ante una prueba debidamente justificada, se debe perseguir el propósito diagnóstico aunque con la mínima dosis posible (Optimización – Principio ALARA). Por tanto sería recomendable:
Los usuarios, en el sentido amplio de la palabra, son los receptores finales, tanto de los beneficios de los estudios radiológicos, como de los eventos adversos que de estos se pudiesen derivar.
Su condición de sujetos profanos (en los aspectos de Radioprotección), implica, en no pocas ocasiones, una actitud de inducción hacia el propio médico prescriptor, que desemboca en la realización de estudios no justificados (se estima que esto sucede aproximadamente en el 15% de las solicitudes realizadas desde las Unidades de Urgencia Hospitalaria y desde los Centros de Salud). Por ello, se hace necesario adoptar medidas pedagógicas e incidir en aspectos de educación sanitaria relacionados:
Sobre ellos recae la responsabilidad final del estímulo, difusión y financiación de técnicas y procedimientos específicos que comporten unos adecuados resultados en la protección radiológica de los pacientes: