Fuente: Programa de vacunaciones. Fecha de última revisión: mayo 2017
Son especialmente los niños prematuros los que más protección necesitan debido a que son más propensos a padecer algunas infecciones. Por ello, deben de recibir las vacunas del calendario a los dos meses de edad, independientemente de la fecha de gestación.
Los niños con tos o con catarro y sin fiebre o con décimas y los que estén tomando antibióticos pueden vacunarse en cualquier momento, aunque es preferible demorar la vacuna a la fase de recuperación de la enfermedad aguda. Solamente se pospondrá la vacuna si el niño tiene una enfermedad grave o tiene fiebre alta (superior a 38.5ºC) y se vacunará cuando ya se encuentre bien.
Para las tres primeras enfermedades, su padecimiento confiere inmunidad de por vida. La tosferina no proporciona protección duradera por lo que en algunas ocasiones, los adultos precisarán alguna dosis de recuerdo. En cualquier caso, no hay ningún riesgo en vacunar a un niño de una enfermedad que ya ha padecido. En el caso de las meningitis por Haemophilus influenzae b, por meningococo o por neumococo, el padecimiento no lleva consigo la aparición de protección frente a esa infección, por lo que en esta situación es necesaria la vacunación.
Sí, puede vacunarse excepto en los casos en que tenga una alergia grave al huevo (hipotensión, shock y dificultad respiratoria) en los que la vacuna triple vírica, la antigripal o la de la fiebre amarilla se administrará bajo estricta observación médica y siempre sopesando riesgos y beneficios. El padecer de diarrea o de dolores abdominales tras tomar huevo no son razones para no administrar la vacuna triple vírica. La alergia en la piel a algún antibiótico o algún mineral no contraindica la administración de una vacuna que lo incluya en su composición. Si tiene alguna duda, lo mejor es consultar con su médico.
No hay ningún problema en administrar las vacunas rutinarias al hijo de una embarazada. Es más, vacunando al niño protegemos a la madre de algunas enfermedades como la rubeola.
Si la situación está estabilizada puede vacunarle. Los niños con convulsiones febriles se pueden beneficiar de la administración previa y posterior a la vacunación de Paracetamol. En el caso de que el niño tenga antecedentes familiares de epilepsia no hay ningún motivo para no administrarle las vacunas que le corresponden.
En general, los niños con alguna enfermedad crónica son los que más necesitan las vacunas por tener más riesgo de complicaciones. En el caso de que por la propia enfermedad o por el tratamiento la inmunidad esté baja, es necesario consultar con el médico para que juzgue si la situación aconseja o contraindica la vacunación.
Si. La vacuna no puede omitirse porque algún miembro de la familia haya tenido una reacción adversa porque no son hereditarias
Hay muy pocas razones médicas que justifiquen retrasar la vacunación. Un catarro y un tratamiento antibiótico para un proceso infeccioso en vías de recuperación no son motivos para retrasar la vacunación. La fiebre superior a 38.5ºC, un cáncer, una enfermedad o un tratamiento que provoca una inmunodeficiencia, la recepción de sangre o inmunoglobulinas son situaciones en las que nuestro médico nos aconsejará a este respecto.
Cada vez que un niño recibe una vacuna, ésta debe anotarse en el Carnet de Vacunaciones que suministra el Programa Regional de Vacunaciones, y que debe ir siempre junto al Documento de Salud Infantil. Igualmente figurará en la historia clínica de su Centro de Salud y en el Programa Informatizado de Vacunaciones de la Región de Murcia mediante las tarjetas con código de barras que reciben todos los niños al nacer.